El lenguaje es un tema de gran
importancia para la especie humana, este tiene relaciones directas e indirectas
con los procesos cognitivos, y parte de la complejidad del sistema cognitivo
humano se entiende debido a la evolución del lenguaje (D’Alton, 2005; Piedra,
2010).
El lenguaje es concebido como una
herramienta que permite no solo comunicarse, sino también categorizar (Ellis,
1992), representar e intercambiar conceptos a nivel social (Arce-Arenales,
2005; Piedra, 2010) y construir significados. Está cargado de sentidos y
signos, pero a la vez tiene una función afectiva e imaginativa, con la cual
podemos construir modelos de la realidad. Además, este se manifiesta en
diferentes niveles como son el fonético, el sintáctico, el semántico y el
pragmático, lo que lo convierte en una herramienta compleja y peculiar.
Caracterizado el lenguaje de esta forma, su concepto no se limita a ser una
función de la comunicación, sino que “el lenguaje está íntimamente ligado al
pensamiento, a la expresión de ideas, a la creatividad y a la cognición en
general mediante una relación co-articulada y co-evolutivamente desarrollada”
(Piedra, 2010, p. 17).
El uso, adquisición, desarrollo y
procesamiento del lenguaje es un tema ampliamente investigado desde
perspectivas como la lingüística, la psicología, las neurociencias, etc. Su
estudio es determinante no sólo porque nos permite conocer cómo se comunican
los humanos y las características que tiene su código de comunicación, sino
porque a través del lenguaje podemos explicar el pensamiento y conocimiento
humanos.
La cognición y el lenguaje, al
igual que las emociones, son dinámicas humanas que no trascurren únicamente en
lo interno del sujeto o en lo externo a él, sino, que acontecen en ambos
lugares, haciendo a la cognición y al lenguaje propios de la especie en
sociedad, más que de un sujeto específico
La prominencia que ha adquirido el
área de la lingüística cognitiva no sólo ha redundado en cambios radicales en
las teorías que intentan explicar la mente y el desarrollo cognitivo, también
ha impactado en otras áreas, como la educación o la inteligencia artificial;
permitiendo ser un importante punto de referencia para el desarrollo de
lenguajes computacionales, el mejoramiento de los sistemas de aprendizaje
escolar, en los cuales impactan prácticamente todos los conocimientos
relacionados con la comunicación o el aprendizaje del lenguaje o el área
clínica que, donde un mayor entendimiento sobre la adquisición y el desarrollo
del lenguaje es aprovechado para la prevención y tratamiento de trastornos y
déficits del lenguaje.
La relación del lenguaje y el
desarrollo cognitivo es una discusión que existen argumentos en cada
posicionamiento. Sin embargo, es muy cierto lo que Slobin puntualiza: El
lenguaje no influye directamente en la cognición. Esto podemos corroborar con
los ejemplos que nos da. Podemos aceptar esta idea con los niños mudos o
sordos, pues realizan procesos cognitivos para comprender lo que observan a su
alrededor y lograr resolver conflictos sin que requieran un lenguaje
específico.
No se puede reducir la dimensión
cognitiva ni del lenguaje a lo neurobiológico o neuropsicológico, sino que se
debe relacionar lo anterior con las situaciones psicosociales por las cuales
transita el sujeto cognoscente, permitiendo incluso esta posición explicar las
relaciones: mente-lenguaje o cerebro-lenguaje con aspectos tan humanos como la
religión, el arte, el chisme, la sexualidad, entre otros. En este punto, según
Arce (2010), las representaciones son de alto nivel y es posible construir
arquitecturas simbólicas isomórficas sobre los procesos representados. El
sujeto cognitivo tiene información de los estados internos y es capaz de
manipularlos e interpretarlos y ponerlos a interactuar con las situaciones externas.
En este caso, una representación puede representar a otra. Perner (1994) llama
a esto meta-representación y es el nivel más alto, y en donde se da sin
problema, una teorización de las representaciones propias y de otros.
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